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sábado, 14 de diciembre de 2013

Maguer

Maguer o maguera. Aunque.

Las piedras maguer duras   con su duelo quebraron
[Las piedras aunque duras   con su dolor se quebraron]
    (Gonzalo de Berceo, Loores de Nuestra Señora, cuaderna 76).

Palabra frecuente en el castellano medieval, en el poema Loores de Nuestra Señora, maguer aparece ocho veces y maguera cuatro. Esta palabra posee una curiosa historia.

Rafael Lapesa con Vicente Aleixandre.
Hablando de helenismos que entraron en el latín vulgar durante el Imperio Romano, el admirado historiador de la lengua Rafael Lapesa recuerda:
"El adjetivo macarios ‘dichoso, bienaventurado’, se empleaba como exclamación en felicitaciones; de su vocativo macarie proceden el italiano magari y la antigua conjunción española maguer, maguera ‘aunque’".
Y en nota añade:
"Para el cambio de sentido, compárese la equivalencia entre «hágalo enhorabuena; no lo aprobaré» y «no lo aprobaré aunque lo haga». El portugués embora 'aunque' es originariamente em boa hora, 'enhorabuena'. El italiano magari ofrece aún los distintos grados de esta evolución. En español del siglo X macare ke era ya equivalente de q u a m u i s (Glosas Silenses 281)".
(Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, Madrid, Gredos, 1981, 9ª ed., pág. 60).

sábado, 30 de noviembre de 2013

Huebos

Huebos (también escrito uebos). Necesidad.

No, no se trata de la ortografía de un estudiante despistado. La palabra huebos/uebos se utilizó en la Edad Media en expresiones como:

   Mesuraremos la possada   e quitaremos el reinado
   Acortaremos nuestra estancia   y nos iremos del reino.
   Mucho es huebos   ca çerca viene el plazo
   Es muy necesario   porque el plazo se acerca. (vv. 211-2, Cantar de Mio Cid).

En esta época, tener (o haber) huebos significaba tener necesidad, necesitar.

   Nos huebos avemos   en todo de ganar algo
   Nosotros tenemos necesidad   en todo de ganar algo (Ibid. v. 123).

Y hacer algo pora huebos de quería decir hacer algo para atender a la necesidad de.

   dadme çiento treinta cavalleros   pora huebos de lidiar
   dadme cientro treinta caballeros  para la necesidad de pelear (v. 1695).

La palabra huevo procede del latín ovum; la hoy anticuada huebos procedía del latín opus (obra). La expresión latina opus est (es necesario) pervivió en estos usos medievales.

Este artículo de 1986, "Los huebos del Cantar de Mío Cid", recuerda algunas curiosas confusiones que esta expresión ha producido, como la que copiamos:

"El pasado miércoles día 5, EL PAÍS publicaba en su sección Gente el caso de Vicente Pest, funcionario del cementerio de Vila-Real (Castellón), al cual, por haber denunciado el mal estado del camposanto, el concejal Ismael Reverter le había iniciado "un expediente por huevos". Lo cierto es que el concejal anunció que le había levantado un expediente por huebos". El corresponsal en Castellón, Santiago Navarro, que fue quien suministró la información, no tuvo la ocurrencia de resaltar que escribía huebos (con b), palabra poco conocida y de uso antiguo. Al revisar la noticia en Madrid, la redactora Joaquina Prades pensó que era una mala interpretación ortográfica, lo corrigió, cambió la b por la v y se produjo el equívoco. Al buscar en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia encontramos dos acepciones: huevos, sinónimo de testículos, y huebos, del latín opus, necesidad, cosa necesaria. Por tanto, es distinto "hacer algo por huevos", en un lenguaje imperativo, coloquial y chulesco, que "hacerlo por huebos", en lenguaje ortodoxo y legítimo. Bien es cierto que, según el comentario de Joaquina Prades, "al sepulturero Vicente Poset, en cualquier caso, le da lo mismo que sea con v o con b porque el expediente sigue su curso".

Ismael López Muñoz, "Los huebos del Cantar de Mío Cid", EL PAÍS, 16 de noviembre de 1986.

Para quien quiera seguir curioseando, en la entrada 157 de la página En román paladino (escrita por Fabián González Bachiller y Javier Mangado Martínez, profesores de la Universidad de La Rioja) se citan algunas muestras más de esta expresión.

martes, 19 de noviembre de 2013

Deue de lo que sabe ome largo seer

LARGO. Generoso.
LUENGO. Largo, extenso.

Una de las razones por las que el Libro de Alexandre (siglo XIII) aparece en los libros de texto es por su famosa segunda estrofa que se ha interpretado como una declaración de toda una escuela literaria: el llamado Mester de Clerecía.

      Mester traygo fermoso non es de ioglaria 
     [Traigo un oficio hermoso, no es de juglaría.]
     mester es sin pecado que es de clerezia 
     [Es un oficio sin pecado, porque es de clerecía:]
     fablar curso rimado por la quadern[a] [u]ia 
     [hablar en verso rimado por la cuaderna vía]
     a silauas contadas que es grant maestria
     [con sílabas contadas, que es gran maestría.]
                                 
(Libro de Alexandre, cuaderna 2, edición de Francisco Marcos Marín).

Largo

Quizá eso haya hecho prestar menos atención a su primera estrofa, de donde extraemos la palabra de hoy.

     Sennores si quisieredes mi seruicio prender 
     [Señores, si quisieseis mi servicio tomar,]
     querria-uos de grado seruir de mi me[e]ster 
     [os querría con alegría servir de mi mester:]
     deue de lo que sabe ome largo seer 
     [debe de lo que sabe el hombre generoso ser;]
     si non podrie en culpa [y] en rieto caer 
     [si no, podría en culpa y en acusación caer.]

                                  (Libro de Alexandre, cuaderna 1).

"Deue de lo que sabe ome largo ser": el hombre debe ser generoso con lo que sabe; es decir, el ser humano ha de compartir su conocimiento. La palabra "largo", en contextos como este, tenía significado de "generoso". La palabra "largueza" todavía hoy se sigue utilizando como "generosidad".

Luengo

En esta época (siglo XIII) es mucho más frecuente encontrar la palabra "luengo" (del latín longus) para significar extenso.

"De mi beldat non quiero luenga mente contar"
[De mi belleza no quiero extensamente contar] (Libro de Alexandre, cuaderna 367).

En el Cantar de mio Cid se recuerda al héroe con el atributo de su "luenga" barba:
"arrancolos mio Çid el de la luenga barba"
[Los arrancó mio Cid, el de la gran barba] (verso 1226).  
Manuscrito con el inicio del Libro de Alexandre. Wikimedia Commons.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Instrumentos musicales



Ilustración de las Cantigas
a S.ª María de Alfonso X


El Libro de Alexandre (siglo XIII), obra capital del llamado Mester de Clerecía, recrea las hazañas del lejano pero admirado Alejandro Magno (siglo IV a. C.). Además de muchos otros tesoros, esta obra encierra un retrato de la música medieval. Cuando el victorioso Alejandro va a entrar a Babilonia, es objeto de un espectacular recibimiento: salen a recibirlo clérigos, caballeros, el pueblo llano que se apresura por asomarse.

     Por amor de ueer al rey de grant uentura
     Por deseo de ver al rey de gran fortuna
     por muros e por techos sobien a grant pressura
     por muros y por techos subían con mucha prisa (1546).

Tras clérigos, caballeros y gentes del pueblo, se menciona a los juglares que rivalizan en celebrar la llegada del héroe con sus variados instrumentos musicales.

     El pleyt de los ioglares era fiera riota
     El homenaje de los juglares era una fiera disputa:
     ay auie sinfonias farpa giga e rota 
     allí había zanfoñas, arpa, giga y rota;
     albogues e salterio çitola que mas trota 
     albogues y salterio, cítola que más trota,
     g[u]itarra & uiola que las cuytas enbota
     guitarra y vihuela, que las penas afloja. 

(Cuaderna 1545, edición de Francisco Marcos Marín).

En esta galería de instrumentos medievales (de la que tomamos las siguientes imágenes) puede verse una excelente recopilación de los instrumentos musicales ilustrados en las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. Recordamos aquí cada uno de los mencionados en los versos del Libro de Alexandre.

Sinfonia: zanfona.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Risa y Edad Media

Además de acercarnos a su lengua, te proponemos otro acercamiento más lúdico a la época medieval. Te invitamos a añadir aquí enlaces a vídeos (enviando un comentario) que planteen con humor cualquier aspecto de la Edad Media. Empezamos por una propuesta de Muchachada Nui.

Para quien no la conozca, una escena de la divertida película Los caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Python.

CRAS

CRAS. Mañana.

Al final del Cantar del mio Cid, una vez descubierta la conducta infame de los infantes de Carrión, el rey dictamina que se celebre al día siguiente la lid (el combate) entre los infantes y los hombres del Cid.

   "Cras sea la lid,    quando saliere el sol" (Cantar de mio Cid, verso 3465)
   [Mañana sea el combate,    cuando salga el sol].

Los infantes, que ya han dado muestras de su cobardía, solicitan más tiempo al rey:

   "Dandos, rey, plazo,     ca cras ser no puede" (v. 3468)
   [Dadnos, Rey, más tiempo,    porque mañana no puede ser].

Durante la Edad Media, la forma más frecuente de aludir al día siguiente en romance castellano fue la palabra cras, directamente heredada del latín cras. La palabra "mañana" era mayoritariamente usada solo como sustantivo indicador de la primera parte del día.

"Cras mañana" o "cras a la mañana" eran formas frecuentes para referirse a nuestro actual "mañana por la mañana":

   "Cras mannana   entrare a la çibdad" (v. 3050)
   [Mañana por la mañana    entraré en la ciudad].


Foto de Celesteh, Flickr Creative Commons
La palabra procrastinar, que significa posponer actividades que requieren esfuerzo o compromiso, lleva en su seno el término latino "cras". Recordarlo puede ayudar a su correcta escritura y pronunciación. No es procastinar*, como muchas veces se oye, sino procrastinar, es decir, dejar para mañana.

CA

CA. Porque

"Sospiro Myo Çid ca mucho auie grandes cuydados".
[Suspiró Mio Cid porque tenía gran preocupación].

Del latín quia (porque) derivó esta frecuente conjunción causal: CA.